Esa cárcel sin puertas ni cerrojos que nos aprieta la entraña.
Esa que nos empuja con un palito para no tocarnos y contaminarse de nuestra pureza.
Esa y no otra en la que no hay esclavo más feliz que el que, por no saberse tal, se considera libre.
Esa cárcel patrocina el pensamiento "light". Tan insípido como una tostada integral con queso light, embutido light y bebida light. El que todo lo escala y todo se come por voraz disfrazado de ingenuo.
Si es que el mundo siempre se come a si mismo...
ResponderEliminarSaludos y un abrazo.
Ea, ya me siento menos culpable del cortadillo que me acabo de meter entre pecho y espalda :)
ResponderEliminarMe quedaré por estos lares, con su permiso.
Un saludo